Desde el año 1980, una región de Alaska conocida como Área 1002 ha ocupado una parte desproporcionadamente grande del debate político de Estados Unidos. Son 6.100 kilómetros cuadrados -una superficie casi igual a la de la provincia de Tarragona- entre los Montes Brooks y el Océano Glacial Ártico. El terreno es pantanoso, no hay árboles y el mayor núcleo de población es la aldea esquimal de Kaktovik, que tiene 308 habitantes censados.
De hecho, lo más abundante en el área son los caribúes -unos 150.000 acuden cada verano a parir en la zona-, los osos polares -de los que hay varios centenares-, 200 especies de aves acuáticas -que viajan por millones en primavera a la región- y las ballenas de Groenlandia -el mamífero con más esperanza de vida, ya que se estima que puede vivir hasta 200 años-. Pero debajo de ese desierto glacial hay 11.799 millones de barriles de petróleo, una cantidad suficiente para abastecer el consumo de España durante 25 años, aunque solo en torno al 50% de esa cantidad podría ser extraída con la tecnología actual. El petróleo y la riqueza medioambiental de la zona llevan atravesados desde hace tres décadas y media. La Cámara de Representantes de EEUU ha votado en repetidas ocasiones la apertura del Área 1002 a la explotación petrolera. Y el Senado siempre ha bloqueado la decisión.
Ahora, Barack Obama ha decidido situar la región fuera del alcance de las petroleras. La Casa Blanca ha anunciado que va a pedir al Congreso de EEUU que designe el área como una Zona Salvaje (Wilderness Area). Eso implica, por ejemplo, la prohibición de la construcción de carreteras que no sirvan para cubrir las necesidades de la población local. Es decir: no al petróleo.
Obama, además, ha decidido que el Área 1002 forme parte de una nueva zona protegida que ocupará más de 49.000 kilómetros cuadrados de Alaska, y que incluye los Montes Brooks -que son el extremo norte de la cadena de montañas que cruza toda América en paralelo a la costa del Pacífico desde la Patagonia- y la Meseta del Puercoespín. Eso implica extender la protección a varios cientos de bueyes almizcleros, una reliquia de la era glacial, osos pardos y lobos, y a áreas que no están pobladas por esquimales, sino por indios.
La senadora por Alaska, Lisa Murkowski, que preside el Comité de Energía y Recursos Naturales de esa cámara, ha calificado la decisión de Obama de «violación de los derechos del estado». Alaska vive prácticamente de los royalties que le pagan las petroleras, y a medida que el crudo situado al este del Área 1002 se agota, necesita encontrar nuevas áreas para explotarlo.
Todo eso implica que el Congreso de EEUU no va a aprobar la designación de área protegida. Pero también parece imposible que bloquee la medida. Además, la ley establece que, desde el momento en el que el presidente hace la proclamación, el Departamento del Interior de EEUU ya empieza a gestionar el área de acuerdo a su nuevo estatus de área protegida. De modo que la apertura del Área 1002 a la explotación del petróleo ha sido prácticamente liquidada por la vía de los hechos por Obama.
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