Los neandertales se extinguieron hace unos 28.000 años, pero nos han dejado parte de sus genes como herencia. Aproximadamente entre el 2% y el 4% de los genes de los europeos modernos proceden de estos homínidos, con los que convivieron y procrearon los Homo sapiens que llegaron desde África a nuestro continente en dos oleadas. Primero, hace unos 90.000 años, y posteriormente hace entre 50.000 y 40.000 años, según las estimaciones realizadas por los científicos a partir de los fósiles que han ido encontrado.
Pero debido a la escasez de restos sigue habiendo numerosas incógnitas sobre cuándo y dónde se produjeron esos contactos por primera vez, de modo que la aparición de nuevos fósiles va ayudando a completar el puzle de la evolución y en definitiva, a averiguar de dónde procedemos los humanos.
Un equipo de científicos israelíes presenta esta semana en la revista Nature uno de esos hallazgos que alimentará el debate entre paleontólogos sobre cuándo y cómo se produjeron las migraciones de los primeros humanos modernos desde África.Se trata de los restos de un cráneo cuyos descubridores definen como «inequívocamente moderno», y que perteneció a un individuo adulto que vivió hace 55.000 años en el territorio que hoy es Israel. En concreto fue hallado en 2008 en Manot Cave, una cueva kárstica localizada en Galilea Occidental, situada a unos 220 metros sobre el nivel del mar.
Aunque en esa cueva, en la que se han encontrado numerosos fósiles prehistóricos durante las cinco campañas de excavación realizadas entre 2010 y 2014, no han aparecido huesos de neandertales, el equipo de científicos liderado por Israel Hershkovitz, subraya que en esa misma zona y en la misma época vivían neandertales, con los que con seguridad coincidían los Homo sapiens cuando iban a cazar y con los que mantuvieron relaciones y tuvieron hijos. En otras cuevas situadas en los alrededores sí se han hallado restos de neandertales.
La forma del cráneo, denominado Manot 1, es similar a la de otros cráneos del Paleolítico Superior hallados en África y Europa, pero distinta a la de la mayoría de cráneos de humanos modernos encontrados en la zona de Oriente Próximo conocida como Levante.«Esto sugiere que los habitantes de la cueva Manot podrían estar estrechamente emparentados con los primeros humanos modernos que posteriormente colonizaron Europa», escriben en su artículo.
Este cráneo, señalan, demuestra que los humanos modernos y los neandertales convivieron a lo largo de miles de años en el sur del Levante mediterráneo durante el final del Pleistoceno.
Un adulto de unos 20 años
Según precisan en su estudio, se desconoce si el cráneo pertenecía a un hombre o a una mujer, pues falta el arco superciliar, que es una de las características que se usan para distinguir el género. «Debido a que al cráneo le falta la parte del rostro y la base, no hay manera de determinar el sexo de este individuo. Por lo que respecta a la edad, aunque faltan partes importantes que permiten estimar de forma más precisa cuántos años tenía, es seguro que se trataba de un adulto, que podría tener aproximadamente unos 20 años», explica a EL MUNDO Israel Hershkovitz, investigador de la Universidad de Tel Aviv y autor principal del estudio.
Este cráneo, calculan, contenía un cerebro de unos 1.100 milímetros (la media de los humanos modernos es de 1.400 milímetros).
A pesar de que no han encontrado la mandíbula, en el yacimiento hay otras pistas que permiten a los paleontólogos averiguar información sobre cómo era la dieta y el ecosistema de los sapiensque vivían en esta cueva: «No tenemos los dientes pero sí disponemos de miles de huesos de animales y numerosos restos botánicos. Basándonos en los datos isotópicos, botánicos y de la fauna extraídos de la cueva, el paisaje en los alrededores debía ser una zona arbolada mediterránea parecida a como es en la actualidad. Los restos botánicos hallados indican también la posibilidad de que hubiera un bosque abierto", añade el científico.
Por lo que respecta a los restos de animales, han encontrado fósiles de «gacela arábiga, gamo persa y otros ungulados», añade el científico. tortuga mora, la liebre del Cabo, el zorro común y la perdiz chucar son otros de los animales hallados en Manot: «Tanto los restos de plantas como de animales fueron introducidos en la cueva por los humanos», afirma.
La cueva consiste en un área principal alargada y con unas dimensiones aproximadas de 80 metros de longitud y 10-25 metros de ancho, con dos cámaras conectadas por el norte y el sur. Los restos fósiles encontrados en esta cueva sugieren fue ocupada repetidamente durante el Paleolítico Superior y el Paleolítico Medio.
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