Jobs no tiene aún 30 años y siente que con el Macintosh él y su equipo están "influyendo en el futuro", pero -efusiones aparte- reflexiona sobre la manera en que los ordenadores cambiarán tanto la forma de trabajar de las personas como sus patrones de comunicación; en definitiva, la vida de la gente. "Vemos menos papel volando alrededor -afirma en el plural mayestático de los gurús- y más calidad de comunicación".
Llevado a su querido campo de la educación, el empleo de ordenadores entre los niños tendría el poder de modificar el modo en que se aprende a pensar, a partir de lo cual nada sería igual, augurio que se ha demostrado cierto. Jobs habla a mediados de una década de "monopolio" por parte de IBM, compañía a la que ve fabricando productos de tecnología inferior a la suya y que, en caso de imponerse a Apple, abocaría a "una especie de Edad Media de la informática". Si los "chicos" de IBM se hacen con el control "de un sector del mercado", continúa, "dejarán de innovar para siempre".

El hombre irascible, tremendamente exigente que Walter Isaacson había conocido en la redacción de Time se permite un momento de debilidad en la entrevista al referirse a una de las facetas oscuras del éxito. "Cuando puedes ser considerado responsable de si [tus sueños] se hacen realidad o no, la vida es mucho más difícil", interesante reflexión que completa con otra sobre lo duro que resulta "continuar siendo un artista" cuando el mundo entero se aferra al estereotipo de lo que imagina que eres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario