Una nave espacial japonesa ha despegado este miércoles con destino a un asteroide llamado 1999 JU3. Allí tomará muestras de su superficie, que enviará de vuelta a la Tierra guardadas en una cápsula. Si todo marcha según lo previsto, llegarán en diciembre de 2020.
Hayabusa2 toma así el relevo de su sonda hermana, Hayabusa, que en 2003 partió también rumbo a un asteroide (llamado Itokawa), que estudió en profundidad y del que se trajo siete años después, una pequeña muestra de polvo que fue analizada con expectación por los científicos.
No era para menos, pues fue la primera vez que se lograba traer material de un objeto celeste más lejano que la Luna. La cápsula, que contenía 1.500 granos de polvo, aterrizó en el desierto de Australia en 2010.
Las dos sondas Hayabusa (que significa halcón peregrino) han sido concebidas para estudiar asteroides, pero se trata de dos tipos distintos. Mientras que la primera nave permitió investigar un pequeño asteroide (Itokawa), de solo 500 metros y clasificado como un asteroide de tipo S, el objetivo de Hayabusa 2 (1999 JU3) es más grande (mide unos 920 metros), parece que tiene forma esférica y es un asteroide de clase C. Los científicos creen que los asteroides de tipo C contienen más materiales orgánicos y agua que los de tipo S.
El origen del Sistema Solar
El despegue de la nave japonesa se produce apenas tres semanas después de que la Agencia Espacial Europea (ESA) lograra por primera vez aterrizar en la superficie de un cometa. La sonda espacial Rosetta liberó un robot llamado Philae en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
Tanto los cometas como los asteroides conservan información que los científicos consideran clave para entender cómo se formó el Sistema Solar hace 4.500 millones de años. "Explorar estos cuerpos celestes nos ofrece la oportunidad de averiguar cómo nació y se formó el Sistema Solar, y cómo se crearon y evolucionaron en el espacio los materiales que dieron origen a la vida en la Tierra", explica JAXA.
El diseño y configuración de Hayabusa 2, de 600 kilogramos de peso, es parecido al de Hayabusa, aunque han realizado varias modificaciones para mejorar las prestaciones de sus instrumentos. También han intentado corregir algunos fallos técnicos de Hayabusaque hicieron temer por el éxito de la misión. En cualquier caso, recoger muestras y traerlas de vuelta de un objeto celeste es una tarea muy compleja desde un punto de vista tecnológico que plantea numerosos retos.
El plan es que la nave llegue a su destino a mediados de 2018. Primero, Hayabusa 2 realizará observaciones del asteroide con las cámaras y los instrumentos que lleva a bordo. Posteriormente, se aproximará más para liberar dos pequeños vehículos robóticos. Uno de ellos se llama MINERVA 2. El otro es un pequeño aterrizador, denominado MASCOT que ha sido desarrollado en colaboración con los centros espaciales de Alemania (DLR) y Francia (CNES).
La propia nave Hayabusa 2 será la que intente recoger muestras de la superficie mediante una maniobra en la que apenas rozará la superficie. Las muestras serán depositadas en una cápsula.
Otra de las fases de esta misión consistirá en provocar un impacto en el asteroide para crear un cráter artificial que servirá para estudiar la composición del material subterráneo de uno de estos objetos celestes. Se hará con un impactador de dos kilos de peso.
Cuando Hayabusa 2 acabe su trabajo (hacia diciembre de 2019) emprenderá el viaje de regreso. Su llegada, si todo va según lo previsto, se espera para diciembre de 2020. Traerá, con suerte, más polvo de asteroide, todo un tesoro para la ciencia.
http://www.elmundo.es/ciencia/2014/12/03/547e174cca474187208b4586.html
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