martes, 30 de septiembre de 2014

Arriesgarse o morir (The right stuff - Walt Cunningham)

El 5 de mayo de 1961, Walt Cunningham -entonces un joven piloto en la Reserva de los Marines- estaba conduciendo tranquilamente por una carretera de California, pero no tuvo más remedio que frenar en seco. La emisora que escuchaba por la radio interrumpió su programación para emitir en directo la cuenta atrás del lanzamiento de Alan Shepard, el primer astronauta estadounidense, desde la base de Cabo Cañaveral. «Me pareció un momento tan increíble que no podía concentrarme. Tuve que parar el coche por miedo a pegármela», recuerda Cunningham. Cuando escuchó el rugido de aquel cohete despegando al espacio, este veterano de la Guerra de Corea no pudo reprimir su emoción y exclamó: «You lucky son of a bitch! [¡Qué suerte tienes, hijo de puta!]». Ese día, decidió que quería ser astronauta.
Dos años después, tras someterse a una durísima serie de pruebas, el sueño de Cunningham se hizo realidad, hasta el punto de que le tocó compartir el mismo despacho con el propio Alan Shepard. Aquélla fue la edad dorada de la exploración espacial, cuando Kennedy prometió poner a un hombre en la Luna en menos de una década «no porque es fácil, sino porque es difícil», y Cunningham logró convertirse en uno de los pioneros que, como dijo Tom Wolfe, tuvieron the right stuff («lo que hay que tener») para culminar esta hazaña.
De hecho, junto con sus compañeros Wally Schirra y Don Eisele, a Cunningham le tocó la dura tarea de volar por primera vez en una nave Apolo, después del trágico accidente que costó la vida a los tres tripulantes que inicialmente habían sido elegidos para esta aventura: Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee. En octubre de 1968, Cunningham y sus dos colegas pilotaron con éxito la primera misión tripulada del programa Apolo, en un vuelo de prueba que orbitó 163 veces alrededor de la Tierra, y dieron así el primer paso crucial hacia el «gran salto para la Humanidad» de Neil Armstrong.
La semana pasada, este héroe de la carrera espacial visitó Tenerife para participar en el Festival Starmus, un congreso internacional concebido para divulgar los hallazgos de la astronomía a todos los públicos. Poco antes de hablar ante un auditorio abarrotado de jóvenes amantes del Cosmos, Cunningham concedió esta entrevista:

Después de que murieran sus compañeros del Apolo 1, ¿se planteó arrojar la toalla por temor a que pudiera pasarle lo mismo?
Jamás, ni yo ni ninguno de mis compañeros. Todos habíamos formado parte de escuadrones militares y estábamos acostumbrados a perder a buenos amigos en la guerra o en accidentes. Eso formaba parte de nuestra vida. Claro que estábamos tristes, pero teníamos un sentido del deber que quizás se ha perdido en el mundo de hoy. Por eso, estábamos psicológicamente preparados para el desafío del programa Apolo. Todos sabíamos que podíamos morir en el intento, pero asumíamos ese riesgo. Nuestro único miedo era el miedo al fracaso.
Pero me imagino que al menos disfrutó de las vistas. ¿Cómo fue la experiencia de ver la Tierra desde ahí fuera?
Me impresionó muchísimo y no lo olvidaré jamás. Pero tampoco espere grandes pronunciamientos románticos por mi parte, no tuve ninguna experiencia mística o filosófica. Nuestra obsesión era la profesionalidad, hacer bien nuestro trabajo, no meter la pata en nada... ¡y lo conseguimos!
¿Cómo vivió la rivalidad con los rusos en medio de la Guerra Fría?
Pues la verdad es que sabíamos desde la mitad de los 60 que nuestra tecnología iba muy por delante de ellos. Las naves del programa Gemini de hace 40 años eran muchísimo más eficaces que las rusas. Sin embargo, hoy nosotros hemos perdido el empuje y la motivación que teníamos en el pasado para aprovechar nuestras capacidades tecnológicas, hasta el punto de que ahora mismo dependemos de Rusia para subir ahí arriba.
¿Le resulta humillante esta dependencia actual de los rusos?
No es humillante porque los rusos saben perfectamente de lo que somos capaces, pero me entristece muchísimo. Y lo peor de todo es que teníamos la mejor máquina voladora de todos los tiempos: el transbordador espacial. Para mí, el mayor error en la historia de la NASA fue la jubilación de los shuttle.
Me sorprende que diga eso cuando los transbordadores sufrieron dos accidentes en los que murieron 14 astronautas. ¿No cree que tenían fallos graves de diseño?
No, para nada, aquellas dos tragedias se debieron a errores administrativos, créame. Por ejemplo, en el caso de Challenger, que estalló al despegar debido al hielo acumulado en su exterior, incluso la tripulación había avisado a los controladores de la misión que no debían despegar ese día porque hacía demasiado frío. Y en el caso del Columbia, para ahorrar dinero modificaron el diseño de las losetas que debían proteger a la nave durante la reentrada en la atmósfera. El problema se conocía y se podía haber resuelto, pero no hicieron nada hasta que se produjo la catástrofe.
En todo caso, si de usted dependiera, no hubiera jubilado a los transbordadores.
¡Por supuesto! Jamás los hubiera retirado, era una nave asombrosa, una auténtica maravilla.
¿Qué opina, entonces, del proyecto impulsado por Obama para desarrollar un nuevo vehículo que recupere la capacidad de la NASA para lanzar astronautas y culminar el sueño de llegar hasta Marte?
Creo, por supuesto, que Marte debería ser nuestro gran objetivo, pero desafortunadamente la triste realidad es que no estamos haciendo lo necesario para lograrlo. Desde principios de los años 70 llevamos diciendo que después de la Luna, íbamos a viajar a Marte. Lo podíamos haber conseguido hace ya mucho tiempo. Hoy la verdad es que soy muy pesimista. Dudo que cumplan con el calendario que han propuesto para llegar a Marte en torno a 2030.
Pero antes de intentar ir a Marte, ¿cree que antes se debería viajar a un asteroide, como ha propuesto Obama, o quizás volver a la Luna, como escala previa?
No me parecería mal que regresáramos primero a la Luna, pero únicamente con el objetivo de poner a prueba las tecnologías necesarias para llegar a Marte, sobre todo las instalaciones que nos permitan sobrevivir durante periodos largos allí. La idea de viajar a un asteroide, sin embargo, me parece una estúpida pérdida de tiempo. Pero lo más grave de todo es que a Obama no le interesa lo más mínimo el espacio.
¿Y qué le parece la idea que defiende su colega del programa Apolo, Buzz Aldrin, de realizar un viaje a Marte sin billete de vuelta?
He hablado mucho con Buzz de este tema, y sabe que es relativamente fácil llegar hasta Marte, pero mucho más difícil regresar a la Tierra desde tan lejos. Yo no estoy de acuerdo con que la NASA planifique una misión sin vuelta, pero por supuesto deberíamos aceptar y asumir el riesgo de que quizás nuestros astronautas no regresen sanos y salvos desde allí.
¿Cree en la vida extraterrestre?
Me parece inconcebible que no haya vida en otros lugares del Universo. Ahora bien, si me pregunta si alguna vez contactaremos con alienígenas, creo que no. Quizás, como mucho, captemos alguna señal de otra civilización. Pero si tenemos en cuenta que Alfa Centauri, la estrella más cercana, está a 4,3 años luz, me parece muy improbable. Todas las historias que circulan por ahí sobre platillos volantes son basura.



http://www.elmundo.es/ciencia/2014/09/29/5425d07c22601dea148b4570.html

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