"No hay un plan B, porque no tenemos un planeta B". Hace poco más de una semana, el presidente del Panel Científico para el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), Rajendra Pachauri, lanzaba esta dramática advertencia al presentar su último informe sobre la amenaza del calentamiento global. Los más de 800 expertos que han elaborado este estudio tienen muy claro que si la Humanidad quiere garantizar su futura supervivencia en la Tierra, no hay alternativa: o se eliminan los gases nocivos de efecto invernadero para finales de este siglo, o nuestro planeta se convertirá en un mundo inhóspito, al menos para buena parte de la población mundial.
Curiosamente, la alerta del IPCC ha coincidido con el estreno mundial de Interstellar, una película de ciencia ficción que plantea el desafío real al que tendrá que enfrentarse nuestra especie en el futuro, si acabamos convirtiendo nuestro planeta azul en un páramo polvoriento. Los héroes de esta fábula cinematográfica son un grupo de astronautas que arriesgan sus vidas para buscar un 'planeta B' en otra galaxia, donde la Humanidad pueda sobrevivir tras el imparable deterioro de los ecosistemas terrestres.
El ex astronauta y actual director científico de la NASA, John Grunsfeld, ya lo decía hace unos meses en una entrevista: "Si queremos asegurar la futura supervivencia de la Humanidad, antes o después tendremos que dejar la Tierra. Es prácticamente seguro que en algún momento nuestro planeta sufrirá el impacto de un asteroide devastador. Además, es casi una certeza que el clima cambiará hasta el punto de convertir la Tierra en un lugar inhabitable, ya sea por causas naturales o provocadas por nosotros".
Y también resaltamos lo que dijo Stephen Hawking para explicar por qué, en su opinión, merece la pena invertir miles de millones en la exploración espacial: "Podría evitar la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas". El autor de Historia del Tiempo y El gran diseño considera que en un mundo amenazado por peligros como el cambio climático o la posibilidad de un conflicto nuclear, "la raza humana no debería poner todos sus huevos en la misma cesta, o en el mismo planeta; esperemos poder evitar que la cesta se caiga antes de haber esparcido la carga".
Ciencia real y ciencia ficción
Desde que en 1995 el astrónomo suizo Michel Mayor descubrió el primer planeta hallado fuera del Sistema Solar, se ha comprobado que hay muchas otras posibles tierras ahí fuera. De hecho, los expertos en este campo pujante de la astronomía calculan que sólo en nuestra galaxia existen 100.000 millones de planetas, de los cuales 10.000 millones se encuentran en zonas consideradas habitables (es decir, ni demasiado cerca ni demasiado lejos de su estrella).
Por lo tanto, no es descabellado concluir que, tal y como propone el guión de Interstellar, probablemente existan otros mundos donde haya surgido la vida, en los que nuestra especie podría encontrar una nueva casa cósmica en el futuro.
El gran desafío, por supuesto, son las descomunales distancias astronómicas que tendríamos que atravesar para llegar a un planeta extrasolar (Alfa centauri, la estrella más cercana a nuestro sol, se encuentra a 4,3 años luz). Para superar este obstáculo, los protagonistas de la película recurren a un agujero de gusano, una especie de túnel en el espacio-tiempo que permite realizar un atajo cósmico entre dos puntos lejanos del universo. Sin embargo, aquí la película entra de lleno en el terreno de la ciencia ficción. Los agujeros de gusano, aunque teóricamente pueden existir según la Teoría de la Relatividad General de Einstein, jamás se han detectado, y probablemente la idea de viajar a través de ellos en una nave espacial le haga rasgarse las vestiduras a más de un físico.
Pero en cualquier caso, más allá de su mayor o menor fidelidad a la ciencia real, Interstellar es un maravilloso canto a la exploración del espacio, un espectáculo visual prodigioso que refleja un reto al que antes o después tendrá que enfrentarse nuestra especie. Ojalá la belleza hipnótica de sus imágenes nos ayuden a tomar conciencia no sólo de la fragilidad de nuestro actual hogar planetario, sino también de la necesidad de seguir explorando el cosmos para garantizar nuestra futura supervivencia en otros mundos.
http://www.elmundo.es/ciencia/2014/11/11/5461dec3e2704e39158b4575.html
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