martes, 11 de noviembre de 2014

Listos para aterrizaje en... ¿un cometa?

A casi 500 millones de kilómetros de la Tierra hay una nave espacial a punto de hacer historia. El próximo 12 de noviembre la sonda Rosetta intentará llevar a cabo una misión que, si logra completar con éxito, representará un hito en la carrera espacial. Algunos científicos incluso comparan su trascendencia con la de la llegada del hombre a la Luna.
Tras 10 años viajando por el espacio, el pasado 6 de agosto esta nave de la Agencia Espacial Europea (ESA) entró en la órbita de un cometa llamado 67P/Churyumov-Gerasimenko, al que acompaña ya en su viaje hacia el Sol.
El miércoles a las 9.35 horas, la sonda Rosetta liberará el pequeño robot que lleva a bordo (denominado Philae) para intentar que lleve a cabo el primer aterrizaje sobre la superficie helada de un cometa. Lo hará anclándose a él con la ayuda de unos crampones no muy distintos a los que se utilizan para la nieve.
«Cuando soltemos el robot, estará a una distancia 22 kilómetros del cometa. Descenderá a una velocidad de 0,18 metros por segundo», explica Laurence O'Rourke, coordinador de operaciones científicas de Rosetta, durante un encuentro con los principales responsables de esta misión celebrado en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESOC), en Villanueva de la Cañada (Madrid).

Un descenso de siete horas

Para saber si la separación del robot se ha llevado a cabo con éxito, habrá que esperar 28 minutos y 20 segundos, que es el tiempo que tardará en llegar a la Tierra la señal de confirmación que enviará Rosetta. El robot empleará siete horas en recorrer los 22 kilómetros que le separarán de la superficie del cometa. Serán siete horas de infarto. Porque una vez que se libere de la nave principal,Philae hará el descenso en caída libre, sin propulsión y sin posibilidad de hacer ninguna maniobra para corregir su trayectoria. Durante esas siete horas, el robot tomará fotografías y llevará a cabo experimentos, recogiendo muestras del polvo, del gas y datos del plasma.
La misión Rosetta ha levantado una gran expectación entre la comunidad científica y entre las agencias espaciales de todo el mundo por sus ambiciosos objetivos, tanto desde el punto de vista tecnológico como científico. Porque de la misma forma que la piedra Rosetta permitió descifrar los jeroglíficos del Antiguo Egipto, los astrofísicos esperan que esta nave espacial les ayude a entender cómo se originó el Sistema Solar hace unos 4.500 millones de años.
Los científicos creen que los cometas conservan parte del material a partir del cual se formaron los planetas. Se podría decir que estos objetos celestes son algo así como los fragmentos o ladrillos que no llegaron a utilizarse en la construcción de los planetas. Han seguido vagando por el Sistema Solar conservando ese material prístino. «Se cree que son reliquias, objetos primigenios que no han sido alterados y están compuestos básicamente por agua, rocas, polvo y materiales orgánicos», explica Miguel Pérez de Ayúcar, científico de la misión Rosetta. «Es muy importante conocerlos porque se cree que la mayor parte del agua de la Tierra proviene de cometas como éste. Y los materiales orgánicos que contienen podrían haber sido determinantes para el origen de la vida en nuestro planeta», añade el investigador.
Durante esta década viajando a través del Sistema Solar, la nave Rosetta ha completado cinco vueltas al Sol, se ha aproximado tres veces a la Tierra y una a Marte, desde donde cogió impulso para llegar al cometa. Durante su periplo, visitó dos asteroides: Steins, en 2008, y Lutetia, en 2010. Después, estuvo hibernando durante dos años y medio para ahorrar energía hasta que los científicos la despertaron el pasado mes de enero para que se dirigiera por fin hacia el cometa.
Por ello, la fase más apasionante comenzó en julio, a medida que la nave se acercaba al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, bautizado así en homenaje a Klim Churyumov y Svetlana Gerasimenko, los astrónomos ucranianos que lo descubrieron en 1969 desde Kazajistán. El 6 de agosto, Rosetta entró en la órbita del cometa.
«Cada día hay sorpresas», dicen los investigadores de la ESA. Para empezar, subraya Matthew Taylor, responsable científico de la misión Rosetta, 67P/Churyumov-Gerasimenko no es como pensaban: «El núcleo es visualmente bastante espectacular. Y no tiene mucho hielo, sino que es más bien polvoriento», explica.

El 'perfume' del cometa

Sus instrumentos han determinado que la temperatura del cometa es de unos -70ºC. «Hemos podido estudiar ya su actividad y cómo interactúa con el Sol. Incluso Rosetta ha revelado ya lo que llamamos el olor del cometa. Su perfume. Una mezcla de amoniaco, azufre, metano y alcohol», añade Taylor.
La forma de este objeto celeste también les ha sorprendido. Consta de dos lóbulos unidos entre sí que recuerdan, según los científicos, a un patito de goma. «No esperábamos un objeto así. Tiene dos bloques: la cabeza y el cuerpo están unidos por una zona intermedia que llamamos el cuello, que es una zona muy activa.Constantemente se están desprendiendo gases del cometa», explica Pérez de Ayúcar mientras muestra una maqueta de 67P. «El cometa rota (su periodo de rotación dura 12,4 horas) por lo que va recibiendo iluminación del Sol por diferentes partes», añade.
Elegir el lugar del aterrizaje no ha sido tarea fácil porque la superficie de 67P, al que definen como «un mundo bello pero dramático», está llena de obstáculos e irregularidades que suponen todo un reto para Philae.
Los científicos de la ESA han tardado meses en tomar una decisión, que se ha basado en las imágenes y datos que ha ido recabando Rosetta a medida que se aproximaba a su núcleo. Finalmente se han decantado por un lugar situado en el lóbulo más pequeño que han llamado J y que por votación popular -y siguiendo con el guiño al Antiguo Egipto-, ha sido rebautizado esta semana como Agilkia. Así se llama una isla del sur de Egipto que acoge un complejo de edificios -entre los que se encuentra el templo de Isis- que fueron trasladados desde la isla Philae en el siglo XX para salvarlos de la inundación provocada por la construcción de la presa de Asúan.
El punto Agilkia comprende en realidad un área de casi 1.000 metros. En esa zona la mayor parte de las pendientes son de unos 30º y tiene menos rocas que otras partes del cometa. La iluminación ha sido otro de los aspectos clave. «El robot necesita más de seis horas de luz al día para recargar sus baterías solares y poder hacer más ciencia»dice Laurence ORourke. «Cuanta más luz, más vida». Además, las siete horas que durará el descenso es un periodo relativamente corto que no implica un consumo excesivo de la batería primaria que lleva.
Pese a que consideran Agilkia el lugar más favorable, no será hasta el mismo día 12 cuando los científicos darán luz verde a la liberación del módulo tras comprobar desde el Centro de Operaciones de la ESA (ESOC) en Darmstadt (Alemania) que todo está listo. Un mínimo error de cálculo en la trayectoria podría echar al traste el aterrizaje por lo que, ante cualquier duda, abortarán la misión antes de liberar el robot y la pospondrán.

Un plan B

Por si acaso, tienen un plan B. Si por cualquier razón determinaran que no se puede aterrizar en Agilkia, lo intentarán en otra zona llamada C, que es la segunda opción, aunque tardarían días en corregir la trayectoria de Rosetta y en preparar el aterrizaje en ese otro enclave.
Si Philae consigue salvar los obstáculos y se ancla al cometa, empezará rápidamente a hacer ciencia. En primer lugar enviará una foto panorámica del cometa. Apenas una hora después del aterrizaje, comenzará la primera tanda de experimentos, que se prolongará durante 64 horas (es el tiempo que le durará la batería primaria que lleva).
Entre los numerosos instrumentos que lleva, destaca un taladro que le permitirá perforar la superficie hasta unos 20 centímetros. Si todo marcha según lo previsto, seguirá con el programa científico durante unos tres meses usando la energía que le proporcionarán sus baterías solares. Y es que en marzo de 2015, al encontrarse más cerca del Sol, la temperatura y la emisión de gases serán demasiado altas como para que pueda seguir investigando.
Porque pase lo que pase el próximo miércoles, la misión Rosetta continuará hasta finales de 2015, pues la siguiente fase será acompañar al cometa durante su viaje hacia el astro rey: «Estamos intentando averiguar cómo es la vida de un cometa cuando se acerca al Sol», dice Pérez de Aýucar. Ser testigo de cómo se transforman estos cuerpos celestes cuando se aproximan al Sol es el principal objetivo de esta misión, que también ha sido ambiciosa en su coste. En total se invertirán 1.300 millones de euros, de los que 300 corresponden al módulo Philae y a sus instrumentos.
«La única manera de innovar es asumir riesgos», declaró esta semana el director general de la ESA, Jean-Jacques Dordain, durante su visita a Madrid para celebrar el 50 aniversario de la cooperación espacial europea. Y Rosetta es un claro ejemplo.«Cuando planteamos esta misión, nos dijeron que aterrizar en un cometa era imposible», recordó. El miércoles a las 17 horas sabremos si se equivocaban.
http://www.elmundo.es/ciencia/2014/11/09/545e7aa9268e3ec3798b4576.html

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